¿Por qué muchas niñas, brillantes y decididas, dejan de alzar la voz cuando crecen? ¿En qué momento aprenden que liderar “no es para ellas”? La respuesta suele estar en los mensajes que reciben desde pequeñas. Si queremos sociedades más justas, es urgente hablar de liderazgo y autonomía desde la infancia, especialmente para las niñas.

El entorno moldea la percepción que niñas y niños tienen sobre sus capacidades. Estudios de la Universidad de Columbia muestran que, desde los 6 años, muchas niñas comienzan a asociar cualidades como inteligencia, liderazgo y autonomía con figuras masculinas. Este fenómeno se llama “internalización de estereotipos de género” y reduce su autoconfianza y aspiraciones.
Además, la carga desproporcionada de responsabilidades domésticas desde la infancia impacta directamente en el tiempo y las oportunidades que tienen para desarrollar su liderazgo y autonomía. Según ONU Mujeres, las niñas dedican un 30 por ciento más de tiempo a tareas del hogar que los niños, incluso en etapas escolares.
¿Qué entendemos por liderazgo y autonomía en la infancia?
Fomentar el liderazgo y autonomía no significa forzar a niñas a competir o tomar roles adultos, sino permitirles desarrollar habilidades como:
- Tomar decisiones.
- Expresar sus ideas sin miedo.
- Resolver conflictos de forma colaborativa.
- Reconocer su valor e identificar injusticias.
Estas habilidades están en la base del liderazgo femenino transformador: aquel que pone el cuidado, la escucha y la equidad en el centro. En varios países de América Latina, niñas organizadas ya impulsan iniciativas locales. Un ejemplo es el movimiento Niñas Lideresas por la Igualdad de Género en Perú, que promueve la participación infantil en políticas públicas. Experiencias como estas demuestran que las niñas autónomas no solo se benefician a sí mismas: fortalecen a sus comunidades.
¿Cómo fomentar el liderazgo desde casa y la escuela?
- Escuchar activamente a las niñas, sin descalificar sus opiniones.
- Ofrecer espacios donde puedan tomar decisiones reales, no sólo simbólicas.
- Visibilizar referentes femeninas diversas en libros, películas y clases.
- Repartir de forma justa las tareas domésticas.
Romper con los estereotipos de género que tradicionalmente han limitado el desarrollo integral de las niñas no es solo una aspiración social, sino una responsabilidad colectiva que compete a familias, educadores, comunidades y a la sociedad en su conjunto. Al no fomentar activamente la expresión y el liderazgo de las niñas desde sus primeros años, estamos involuntariamente clausurando el potencial de futuras lideresas que podrían enriquecer significativamente nuestros entornos educativos, nuestros hogares y nuestras comunidades locales.
Sigue leyendo:
| Juguetes, ropa y cuentos: reproducción de desigualdades desde la infancia
| Día del Niño y la Niña: Infancias libres de estereotipos de género