¿Se puede ser madre, profesional y aún así tener tiempo para una misma, sin cargar con culpa? Para muchas mujeres, la maternidad parece llegar con una renuncia implícita a su desarrollo profesional y personal. Pero, ¿es posible reconfigurar este modelo sin sacrificar la calidad de la crianza ni la salud mental?

La presión por «cumplir con todo» en la maternidad no es solo individual, es estructural. El modelo tradicional sigue poniendo la carga del cuidado en las mujeres, sin un sistema que garantice el derecho a equilibrar la vida laboral y personal.
En América Latina, 1 de cada 2 mujeres que se convierten en madres abandonan su empleo, según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL). En México, el 64 por ciento de las mujeres ocupadas con hijas o hijos menores de 6 años realizan trabajo no remunerado de cuidados por más de 40 horas semanales, de acuerdo con el INEGI (Encuesta Nacional sobre Uso del Tiempo).
La culpa como síntoma del sistema
Muchas madres sienten culpa al trabajar «demasiado», al no estar disponibles todo el tiempo o al querer tiempo a solas. Esta culpa no nace del deseo de estar presentes, sino de una narrativa social que idealiza a la madre sacrificada y disponible 24/7.
El problema no es que las madres trabajen o busquen su autonomía, sino que el sistema no ofrece redes reales de apoyo ni políticas públicas que distribuyan equitativamente el trabajo de cuidados.
¿Es posible otra forma de vivir la maternidad?
Sí, pero requiere mirar más allá de soluciones individuales. Algunas claves para avanzar:
- Corresponsabilidad: Impulsar desde el hogar y la política pública una redistribución justa de los cuidados. La crianza no es tarea exclusiva de las mujeres.
- Flexibilidad laboral: Exigir y promover esquemas laborales que permitan compatibilizar la maternidad con el desarrollo profesional.
- Redes de apoyo: Fomentar la comunidad entre madres y aliadas para sostener emocionalmente el proceso.
- Derecho al tiempo propio: Defender el descanso, el ocio y el autocuidado como necesidades legítimas.
El reto es colectivo, no individual
La culpa no se elimina con voluntad, sino con cambios estructurales. La maternidad no debería vivirse como una elección entre cuidar a otros o cuidarse a una misma. El derecho a una vida laboral y personal equilibrada también es parte de los derechos de las mujeres.
Mientras tanto, es urgente que las políticas públicas y las empresas se sumen al cambio. ¿Y si el problema no está en cómo lo haces tú, sino en cómo está armado el sistema?
Sigue leyendo:
| Cáncer de mama y pobreza menstrual: doble desafío para mujeres en zonas rurales
| Fondos de inversión: ¿cómo se vinculan con la perspectiva de género y la economía?