¿Por qué, a pesar de leyes que garantizan igualdad, persisten las brechas de género en salarios, liderazgo y acceso a derechos? La respuesta está en comprender la diferencia entre igualdad formal y equidad sustantiva.

La igualdad formal se refiere a que todas las personas tienen los mismos derechos ante la ley. Sin embargo, esto no siempre se traduce en una equidad efectiva en la vida cotidiana. La equidad sustantiva va más allá: busca que todas las personas, independientemente de su género, raza o condición social, tengan las mismas oportunidades reales para ejercer sus derechos y libertades fundamentales.
Según la Ley General para la Igualdad entre Mujeres y Hombres en México, la equidad implica «el acceso al mismo trato y oportunidades para el reconocimiento, goce o ejercicio de los derechos humanos y las libertades fundamentales».
¿Por qué es necesaria la equidad sustantiva?
Aunque la igualdad formal es un paso importante, no aborda las desigualdades estructurales que afectan a diversos grupos. Por ejemplo, las mujeres pueden tener derecho a votar o trabajar, pero enfrentan barreras como la brecha salarial, la violencia de género o la falta de representación en puestos de liderazgo. La equidad sustantiva busca eliminar estas barreras mediante políticas y acciones que promuevan una igualdad real y efectiva.
La Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW) destaca que los Estados deben garantizar no solo la igualdad legal, sino también la igualdad de resultados, asegurando que las mujeres tengan las mismas oportunidades que los hombres en todas las esferas de la vida.
Implementando la equidad
Para lograr una equidad efectiva, es necesario:
- Diseñar políticas públicas con perspectiva de género.
- Implementar acciones afirmativas que promuevan la participación de grupos históricamente marginados.
- Educar y sensibilizar a la sociedad sobre la importancia de la equidad.
- Monitorear y evaluar constantemente el impacto de estas políticas.
La equidad sustantiva es esencial para construir una sociedad más justa e inclusiva. No basta con garantizar derechos en papel; es necesario asegurar que todas las personas puedan ejercerlos plenamente en su vida diaria. Solo así podremos cerrar las brechas de desigualdad y avanzar hacia una equidad efectiva para todos.
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