¿Has visto a niñas con sueros y cremas premium antes de la adolescencia? Eso es lo que el fenómeno sephora kids expone y sugiere algo preocupante: la creciente hipersexualización de las infancias, especialmente las niñas. Sigue leyendo para conocer cómo la mediatización sin conciencia expone la salud mental de las generaciones más jóvenes y cómo prevenir esta situación.

Desde hace unos años, las tiendas de belleza y la presión de los influenciadores en redes sociales han impulsado a las niñas Sephora —niñas menores de trece años— a adoptar cuidados faciales complejos. En Estados Unidos, el hashtag #SephoraKids se ha usado más de 11 mil veces, y hay niñas de tan solo diez años mostrando sus compras en TikTok.
El cuidado de la piel que no está diseñado para ellas
Expertos en dermatología advierten que la piel infantil no está preparada para ingredientes activos destinados a adultos. Sustancias como retinol, ácidos glicólico o salicílico pueden provocar desde dermatitis irritativa hasta alergias o sensibilización crónica. Según un estudio publicado en Pediatrics, el treinta y uno por ciento del contenido de skincare lo generan niñas menores de trece años en TikTok, y muchas rutinas incluyen una media de once ingredientes activos.
Dermatólogos como la doctora Molly O’Shea y el doctor Hallie McDonald, citados en «Parents» y «Real Simple», alertan que la sobreexposición a ingredientes no esenciales puede romper la barrera cutánea y promover sensibilidad al sol
Sephora kids y el riesgo de estropear infancias
El término sephora kids refleja cómo las marcas capitalizan en la inseguridad infantil y el deseo de pertenencia social. Un informe de «Shout Out UK» señala que el ochenta por ciento de las niñas utiliza estos productos para sentirse “modernas”, aunque no entiendan los ingredientes ni sus efectos secundarios.
Se trata de un skincare prematuro que no solo pone en riesgo la salud cutánea, sino también el bienestar emocional. Las niñas internalizan que deben ocuparse de su piel a edades tempranas, lo que puede causar ansiedad, baja autoestima y una relación prematura con el consumo.
Consecuencias físicas y emocionales
- Problemas dermatológicos: quemaduras químicas, dermatitis, sensibilización prolongada
- Percepción distorsionada: la presión estética aparece antes de tiempo. Una rutina de ocho productos, para una niña de 10 años, ya no es autocuidado: es marketing disfrazado.
- Carga emocional: entre comparaciones sociales y expectativas irreales, la autoestima se convierte en moneda de cambio desde la infancia .
¿Cómo proteger las infancias?
- Limitar el acceso a contenido de belleza dirigido a menores.
- Guiar a las niñas a una rutina básica y saludable: limpieza suave, hidratación ligera y protector solar.
- Establecer diálogo en casa sobre belleza, salud y consumo.
La industria debe asumir responsabilidad. Productos dirigidos a adultos no deberían estar expuestos sin regulación, ni promocionarse en contextos infantiles, como los estantes de tiendas o a través de niñas Sephora influyentes en redes.
Este debate no es menor: el skincare prematuro impuesto por el marketing de Sephora Kids roba experiencias propias de la infancia y puede provocar daños reales. Hablar de ello no es prohibir la belleza, sino proteger el crecimiento sano y emocional de niñas que aún deben vivir su infancia sin cargar con cremas ni con inseguridades.
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